domingo, 26 de octubre de 2008

Cartas desde la China V. - ¡Que alguien la pare!

Es lo malo que tiene María, que cuando se suelta regateando no hay quien la detenga. Pues como no la pare nadie, cuando vuelva a España más que en el Ayuntamiento trabajaré en un chino vendiendo chorradas. Hoy ha comprado no sé cuántas, mientras que yo sólo he comprado unos prismáticos de 20 aumentos por 10 euros (¿y para qué coño quiero unos prismáticos de 20 aumentos, me pregunto yo, si no tengo vecinas buenas que espiar y a mi “pequeño" Xiao Bao lo puedo ver a 10 km de distancia y sin lentillas, de lo gordo que se está poniendo?).

Por cierto abuelas, no sé para qué preguntaros, si aunque estuviese como un Zeppelin (que poco le falta) lo seguirías encontrando delgado (“pero qué pesado con la gordura, Fede, que ahora tienen que engordar, que es un bebé…”, dirá mi madre en cuanto lea la anterior frase). Pues qué queréis que os diga, empieza a perder las formas, la papada empuja los mofletes hacia arriba, los mofletes los párpados, y encima chino, así que casi se parece al tío Liu cuando se ríe, lo ve todo en cinemascope.

Os adjunto fotos para que comprobéis por vosotros mismos que no exagero:


La vaca que ríe



El mozo guapetón y mofletón



Después de zamparse un bibe de 240 con 4 de cereales (como controlo, ¿eh?)



½ Federico (de altura, graciosillos)



Pues eso, menos mal que faltan pocos días para llevarlo al pediatra y ver cómo andan los percentiles, esa cosa que nos recuerda a todos los exámenes de estadística. Ayyy, la educación... Ya me veo repasando los ríos y capitales del mundo, las ecuaciones de 2º grado, la fórmula del glutamato yeyé (o el sódico, no me acuerdo), etc. etc. No me vendrá nada mal, la verdad, porque mis conocimientos básicos andan bajo mínimos. Es lo que tiene no jugar al Trivial.

Yo de momento me he centrado en algo productivo, como es el enseñarle a poner caritas que ablanden corazones. Así que estamos inmersos en la práctica de la cara-Cañadío y la cara-regateo. No vamos mal, pero el chaval tiene potencial para dar algo más de sí. De momento hemos conseguido esto:


Cara regateo 1. “Señor chino, más barato, por favor…”




Cara regateo 2. “¿De verdad no puede bajar másss? Soy pequeñito y tengo que crecer”

Cara Cañadío. “¿En tu cuna o en la mía?, nena”




Lo malo es que nos enfrentamos a huesos duros de roer. Estos comerciantes chinos no tienen corazón, y si lo tienen lo dejan colgado en casa cuando van a hacer negocio.

Así que María nos deja hacer...

Lo mejor para el regateo es no tener interés en comprar el chisme en cuestión, y como a mí me importa un pito comprar nada y al peque ni te cuento, allí nos acercamos los dos con paso desdeñoso, ojeando la mercancía con cara de tomar la medicina esa, y, como quien no quiere la cosa, preguntamos el precio. Cuando nos dicen el primero los dos nos echamos a reír a carcajada limpia, como el tío Liu, y hasta decimos “MUCHAHOUUU¡¡, ¿de dónde te has caído?”. Bueno, pluralizo por eso de que estas cosas en banda son como más graciosas, pero Quique pasa de todo, él va a su bola, con su cara de obispo (esta cara cada vez me pone más difícil estas cosas, voy a tener que bajas las dosis de cereales porque ¿quién va a bajar el precio ante este Buda de la Felicidad?).

Así comienza un proceso largo y pesado, en el que ambas partes hacen que se enfadan, lanzan los platos al suelo y se dan media vuelta como para marcharse, siempre mirando por el rabillo del ojo, esperando a que el contrario le llame rebajando/subiendo 10 yuanes. Al final del todo, si hay trato, los dos, felices, intercambiamos pasta por dromedario chino de peluche tamaño real, decimos las mismas chorradas de “good price for you” o “tú tacaño” y continuamos con nuestros deberes, servidor comprar más chorradas y él engañar a más tontos como yo. Mientras, Buda sonríe, porque se sabe la estrella de los grandes almacenes y cada dos por tres se ve rodeado de bellas dependientas que le atusan. “¿Boy or girl?. Beautiful, nice, nice”. Así que el pobre echó un poco de pota ayer y otro poco hoy (esto que no lo lean las abuelas que me lo quitan del regateo).

Pues nada, no sé cómo volveremos, a ver si nos dejan meter el dromedario chino como equipaje de mano.




Pekín está muy bien. Es una ciudad enorme en la que se ve un movimiento de la leche (no sólo la de los bibes). Hay grúas por todos lados levantando enormes edificios de cristal, pero tal vez cuente algo en próximos correos.

Os dejo, que tengo sueño y todavía no he probado mis prismáticos de 20 aumentos made in China.

María no puede adjuntar hoy nada porque está cansada de tirar del crío y tiene una contractura de caballo en la espalda, palabras textuales. (Mi suegra dirá, “¿y por qué no tira él?").


Hasta luego, ¡AMIGOUUUS! ¡JA JA JA!

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